Los juicios rápidos son un tipo de procedimiento jurídico que se utiliza en algunos casos para expeditar el proceso judicial y evitar dilaciones innecesarias. En España, los juicios rápidos se regulan en el Código de Procedimiento Penal y se aplican en determinados delitos, como robos, hurtos, daños y algunas formas de violencia.

En un juicio rápido, el proceso se lleva a cabo de manera más breve y simplificada que en un juicio ordinario. La instrucción se limita a los elementos básicos del caso y se omiten algunas etapas del proceso, como la audiencia de pruebas. El juicio se celebra ante un juez único, sin jurado, y las partes involucradas tienen menos tiempo para presentar sus argumentos y pruebas.

Los juicios rápidos tienen ventajas y desventajas. Por un lado, permiten resolver casos de manera más rápida y eficiente, lo que puede ser beneficioso para las víctimas y la sociedad en general. También pueden ser menos costosos que un juicio ordinario. Sin embargo, pueden tener límites en términos de la protección de los derechos de las partes involucradas, ya que se limitan las oportunidades para presentar pruebas y argumentos.

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